A quienes no quieran el progreso, el progreso no los quiere
Boletín del Partido Único del Progreso
Habitantes de Montreuil,
Nos llegan noticias de nuestra sección local de que, a pesar de los evidentes méritos de Jean-Pierre Brard, existe la amenaza de un conato subversivo para empañar o incluso sabotear su enésima reelección como alcalde. No sabemos exactamente quiénes son los individuos en cuestión, ni cuáles son sus motivos. Pero podemos decirles desde ahora mismo: de ninguna manera Jean-Pierre Brard, candidato del Partido Único del Progreso, no será reelegido. Es inaceptable que en estos tiempos —la era de Internet, la nueva economía, el Wap, la biotecnología y los bares hípster— un puñado de individuos aislados impulsados por motivos escandalosamente reaccionarios perturben los planes, a veinte años, de modernización de una localidad.
Al apropiarse valientemente de casi todos los terrenos de Bas-Montreuil, el ayuntamiento ha asumido riesgos considerables, riesgos de quiebra total, que corresponden a una auténtica política de inversión y a una voluntad inquebrantable de llevar Montreuil al siglo XXI. Pero si queremos que este inmenso proyecto salga adelante —edificios de oficinas de tamaño imperial, grandes empresas de alcance internacional como Décathlon, Ubi Soft, Studio Disney y próximamente Air France, largas avenidas rectas con varios carriles, hoteles de capacidad mundial y, junto a todo ello, bonitos barrios «históricos», pintorescos, bien museificados y finalmente confiados a residentes de lujo—, si por tanto queremos merecer el futuro, tenemos que poner de nuestra parte. Porque en Montreuil hay toda una población parasitaria, que trabaja de mala gana, que apenas consume y que afea tanto la reputación de la ciudad como el aspecto de nuestras calles. Hay gente que vive en viejos edificios insalubres y otros que, contra toda higiene, viven colectivamente. Gente que no tiene nada que hacer. Gente desubicada.
El impulso que ha cobrado Montreuil no debe verse frenado por toda esta escoria residual. Montreuil es una ciudad hecha para las oficinas y para quienes trabajan en ellas. Una ciudad de ejecutivos vanguardistas, a la vez cool y triunfadores. Una ciudad para personas que se sienten cómodas en su propia piel y a gusto con su época, capaces de sobrellevar con una sonrisa un trabajo, una familia, un consumo elevado y unos impuestos elevados. En resumen: una ciudad moderna, vibrante y armoniosa. Cualquiera que no comparta esta visión es un estorbo para nosotros, un piojo que hay que erradicar de nuestro sano organismo. Digan lo que digan los mercachifles publicitarios, cuando se trata de progreso, los que no son amigos pronto se convierten en enemigos; así que más vale cortar el mal de raíz antes de que sea demasiado tarde…
Así que ¡fuera de aquí, los pobres, los anticuados, los vagos, los que pierden el tiempo! ¡Fuera, ladrones de bolsos, empleados desmotivados, ciudadanos de segunda clase, falsos artistas, holgazanes!
¡Fuera de Montreuil, los necios, los criticones, los dolientes, los descontentos! Que se diga: aplastaremos sus viejas casuchas, arrasaremos sus recuerdos, escupiremos sobre su melancolía, y sobre este suelo podrido construiremos flamantes rascacielos y la humanidad de cinco estrellas que los acompaña.
¡TENEMOS LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR QUE VOTEN!