Todo movimiento…



I
 
Todo movimiento excede, por su simple existencia en acto, los objetivos que se fija. El contenido de la lucha cuyo lema es «¡Documentos para todos!» desborda evidentemente este lema, sin el cual sería imposible explicar por qué moviliza a tantos militantes que tienen documentos oficiales.
Si alguien se limitara a exigir documentos oficiales para todos, afirmando que sólo quiere eso, se estaría atrapando en una contradicción: cuando todo el mundo tenga documentos, los documentos habrán perdido todo su valor. Desde un punto de vista objetivo, quienes exigen «¡documentos para todos!» también están exigiendo que, en última instancia, los documentos se devalúen, se reduzcan a nada.
En otras palabras, el contenido real de la reivindicación «¡Documentos para todos!» podría formularse así: todos deben tener documentos para que todos puedan quemarlos.
 
II
 
La existencia del proletario, del hombre desposeído de todo, del que el «indocumentado», en la medida en que no se le reconoce ningún derecho, representa una figura, brinda la ocasión de un cuestionamiento total de la sociedad que lo ha producido, o de los medios de hacer deseable todo lo que produce. El «indocumentado» que se limitara a pedir el derecho a integrarse en un mundo esencialmente nulo no podría considerarse mejor que él.
 
III
 
Los documentos de identidad constituyen la forma arcaica de una opresión que desde entonces se ha vuelto mucho más sutil. Al conceder una identidad a alguien, el poder aparentemente lo reconoce. En realidad, sólo se reconoce a sí mismo, es decir, a una de las identidades que él admite. El poder necesita, para ejercerse, dar una identidad a todo el mundo, y luego ficharlo con esa identidad. El liberalismo está vinculado a mecanismos de control que, como vemos, no tienen nada de «liberales».
 
IV
 
El rechazo del «caso por caso», de la «regularización a petición», es el rechazo de tal poder que procede por individualización, por subjetivación. El rechazo a ser paradójicamente fichado como no-fichado.
 
V
 
La solidaridad necesaria entre fichados y no-fichados, entre documentados e indocumentados, sólo puede lograrse contra el principio del fichaje, contra el principio de los documentos. La lucha actual quiere, tácticamente, que todos tengan papeles, y luego, estratégicamente, quiere que se abolan como tales.