Éric Hazan y Giorgio Agamben sobre Tiqqun (2009)




Presentación del libro Contributions à la guerre en cours publicado en 2009 por la editorial La fabrique a cargo de Éric Hazan. Se trata de una selección y reedición que incluye los textos «Introducción a la guerra civil», «Una metafísica crítica podría nacer como ciencia de los dispositivos» y «¿Cómo hacer?» del segundo número de la revista Tiqqun (2001). La presentación tuvo lugar el 19 de abril de 2009 en el Lavoir Moderne Parisien (París), días antes del lanzamiento del libro. El video del discurso de Giorgio Agamben se publicó por primera vez en el sitio web de Contretemps. Revue de critique communiste. En el segundo número en papel de lundimatin, la participación de Agamben lleva por título «Tiqqun y el anonimato».
En esta traducción se incluye también la introducción de Éric Hazan y la ronda de preguntas y respuestas con Agamben y Hazan. El video de esta ronda fue eliminado de Internet, pero se retoma aquí a partir de una (rápida) traducción al inglés que se republicó en el blog Anarchist Without Content. Como aquí se plasma, la publicación de este libro recibió críticas de varios tipos, una de ellas en contra de la elección de colocar «Tiqqun» en redondas y en el lugar de la portada que normalmente se reserva al nombre de un autor. La presencia y la intervención de Fulvia Carnevale (miembro del «comité de redacción» que se publicó en la contraportada de Tiqqun 1) se entiende en este sentido. A propósito de este problema, hay que recordar que en una edición independiente de «Introducción a la guerra civil» (Ruan, VLCP, 2006) se mencionaba ya en la primera hoja estas palabras aclaratorias: «Escupir y escupir de nuevo, mientras haya escupitajos en nosotros, en la figura del Autor, en la clausura de la Obra. Recordar que la mención Tiqqun en las portadas sólo indica, entre otras mil posibilidades, la localización de un punto del espíritu del que emanan estos escritos».
En lo que respecta al cierre abrupto de Agamben, además de su disgusto al tipo de preguntas en que había caído la discusión, es importante considerar el momento en que alguien golpeó la mesa. Sin pruebas por ahora, hace algunos años también había información de gente que le arrojó agua.

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Contraportada de Contributions à la guerre en cours: Al igual que los burócratas sindicales no tienen nada que temer tanto como la emancipación efectiva de los trabajadores, los intelectuales no tienen peor enemigo que la verdad, que los deja sin trabajo. Su función, hoy en día, es más bien acompañar con sus habladurías la creación de acontecimientos —como el «11 de septiembre» o ahora «la crisis»— mediante los cuales el Imperio justifica la implementación acelerada de sus dispositivos planetarios. Hay, por supuesto, otro uso de la inteligencia. Sus producciones son fácilmente reconocidas: la época las honra con su silencio lleno de heridas. Nadie pensó en halagar a Tiqqun —y especialmente no a sus propios partisanos— por haber captado con tanta lucidez premonitoria la fisonomía de esta época, sus líneas de fuerza y sus puntos de debilidad. Tener razón es una cosa pequeña. Lo importante es actuar en consecuencia. Y eso es lo que ha hecho que Tiqqun, desde hace diez años, sea muy diferente de una revista — cuya publicación era lo suficientemente errática como para hacerla parecer muerta: una pieza en un plano de consistencia que nunca ha dejado de desplegarse, en extensión, en profundidad y en intensidad. Que unas vidas se hayan vinculado a lo que ha sido reconocido aquí por verdadero es un insulto suficiente al cinismo imperante para que se te trate, por lo tanto, como un «terrorista».

Tiqqun
Fracción consciente del Partido Imaginario, Tiqqun cree que lo que es verdad no necesita ser firmado con un nombre, practica el anonimato como otros el terrorismo, está en su elemento en todas las formas venideras del sabotaje, no critica a la «sociedad» para mejorarla, propaga por todas partes la duda sobre su existencia, atestigua las acciones de un enemigo interno, sin rostro, comprometido en una conspiración permanente contra esta ficción y anticipa una deserción masiva del cadáver social.

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Eric Hazan: El último número de Tiqqun, el número 2, se publicó en el otoño de 2001, lo que significa que los artículos que contiene han precedido al 11 de septiembre y, en cierto modo, lo predijeron y analizaron. Es cierto que dos números no es mucho para una revista, pero los Anales franco-alemanes, publicados por Karl Marx en 1843 en París, sólo contaron con un número y sus textos han sido leídos en todo el mundo y todavía están siendo ampliamente difundidos, traducidos y comentados en todos los idiomas posibles. Al final, la periodicidad de una publicación no parece ser un factor tan determinante.
Pero Tiqqun no es sólo una revista. Es algo que se define bastante bien en lo que está escrito aquí abajo, en el espacio normalmente reservado para la editorial. Dice: «Zona de Opacidad Ofensiva». Lo que me parece una muy buena definición de lo que es Tiqqun. Una zona, es decir, un espacio preciso de componentes políticos e intelectuales y, al mismo tiempo, borroso e impreciso en lo que se refiere a la geografía. En ese sentido, Tiqqun, o lo que sucede a su alrededor, no es un grupo, como se podría decir que los surrealistas o más tarde la Internacional Situacionista eran un grupo, es decir, personas que se reunían regularmente, publicaban manifiestos, los firmaban, que de vez en cuanto tenían purgas. En cualquier caso, se podía distinguir a los que formaban parte de «ello» de los que no. Tiqqun es algo mucho menos formal: es un espacio para el pensamiento y, por así decirlo, el discurso comunal.
Por otro lado, está la opacidad. Puesto que nada en Tiqqun está firmado. Todos los artículos publicados en los dos números fueron más o menos escritos colectivamente. Pero es imposible decir —incluso entre los amigos— exactamente quién hizo qué. Este gesto no tiene nada que ver con protegerse de eventuales demandas policíacas. Es una posición ética, un rechazo de la noción de autor.
Por último, la tercera palabra es ofensiva. No creo que tengamos que entrar en ella, se explica por sí misma… No sé si hice suficientes aclaraciones. Si hay alguien de la intelligentsia central en la sala, espero que se haya entendido. Dejaré hablar a Giorgio, un amigo que, debo admitir, ha estado vinculado muy íntimamente a Tiqqun más tiempo que yo.

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Giorgio Agamben: Entre 1975 y 1984, en un momento en que el pensamiento político conoce una fase de estancamiento, los trabajos de Michel Foucault vinieron a despejar el terreno de los falsos conceptos que encontró. En una sesión del 5 de enero de 1983, Foucault resume su estrategia en dos puntos:
1) Sustituir la historia de las dominaciones por el análisis de los procedimientos y las técnicas de gubernamentalidad.
2) Sustituir la teoría del sujeto y la historia de la subjetividad por el análisis histórico de los procesos de subjetivación y las prácticas de sí.
Así pues, es evidente un abandono de los universales vacíos que monopolizaban la atención de los teóricos de la política (la Ley, la Soberanía, la Voluntad General, etc.), en favor de un análisis detallado de las prácticas y los dispositivos gubernamentales. Ya no un poder como una hipóstasis separada, sino relaciones de poder. Ya no un sujeto en una posición fundacional o trascendental, sino un análisis puntual de las prácticas y los procesos de subjetivación. Creo que, si queremos entender lo que significó la aparición de Tiqqun en el pensamiento político, quince años después de Foucault, es a partir de este contexto que debemos partir.
Sin embargo, si bien hay en Foucault un abandono sin reservas de cualquier perspectiva antropológica, quizá quedó vacío el lugar en la encrucijada entre las técnicas de gobierno y los procesos de subjetivación. O más bien, hay quizá en esta zona —en la zona de encuentro entre las técnicas del poder y los procesos de subjetivación— esas figuras que un extraordinario texto de 1983, La vida de los hombres infames, llama con razón «vidas infames», «sombras sin rostro», extraídas de los archivos de la policía y las lettres de cachet en las que el encuentro con el poder proyecta abruptamente su luz oscura.
Creo que la novedad de Tiqqun es que operan, en cambio, una radicalización y al mismo tiempo un «nublamiento» de dos estrategias (el análisis de las técnicas de gobierno y los procesos de subjetivación) que en Foucault quizá permanecieron sin haber encontrado el punto de conexión. Así pues, si, como demostró Foucault en su microfísica del poder, el poder circula y siempre ha circulado en dispositivos de todo tipo (jurídicos, lingüísticos, materiales, etc.), para Tiqqun el poder ya sólo es eso: ya no se erige frente a la sociedad civil y la vida como una hipóstasis soberana, sino que coincide enteramente con la sociedad y la vida. El poder ya no tiene un centro, sino que es una inmensa acumulación de dispositivos en los que los sujetos llegan a ser atrapados (o más bien, como dijo Foucault, los procesos de subjetivación).
Frente a esto, el gesto de Tiqqun es unir, hacer coincidir sin reservas también los dos planos de análisis que en el caso de Foucault permanecían separados: dispositivos de gobierno y sujetos. Uno de los ensayos publicados en el libro se llama «Metafísica crítica». El texto lo dice muy claramente: «una teoría del sujeto ya sólo es posible como teoría de los dispositivos». Esto significa que toda la irrisoria búsqueda de nuevos sujetos políticos, que aún paraliza la tradición de la izquierda, debe ser abandonada. Teoría del sujeto y teoría de los dispositivos coinciden.
Es en esta zona opaca de indiferencia entre teoría del sujeto y teoría de los dispositivos donde se sitúan los textos que se recogen aquí. También la encontramos ya en la «Teoría del Bloom» en Tiqqun 1, y en Tiqqun 2 están los dos principales textos que se reeditan en este libro, es decir, la «Introducción a la guerra civil» y «Una metafísica crítica podría nacer como ciencia de los dispositivos». Me parece que es evidente que, si nos situamos en esta zona de indiferencia, todos los conceptos de la política clásica —Estado, sociedad civil, clases, ciudadanos, representación, etc.— pierden su sentido. Pero, por otra parte, es sólo cuando nos colocamos en esta perspectiva, en esta zona de indiferencia, que los conceptos elaborados por Tiqqun —el Bloom, la política extática, el Partido Imaginario, la guerra civil (en el sentido bastante particular que se ve en los textos)— adquieren su propio significado. Y creo que es a partir de esta localización en una zona de indiferencia que es necesario comprender las prácticas de escritura, de pensamiento y de acción que se juegan en Tiqqun.
En cuanto a la escritura, como Éric ya ha mencionado, por ejemplo, no se trata simplemente de una escritura anónima (y menos aún de una escritura pseudónima o heterónima). Aquí podemos ver que los esfuerzos de la policía para atribuir un autor a un texto a toda costa no pueden tener éxito. No hay un posible autor para este texto, porque se sitúa en una zona donde el concepto de autor no tiene sentido. El concepto de autor, como ya había mostrado Foucault, siempre ha funcionado en nuestra cultura de una doble manera: por un lado, es una figura del sujeto; por el otro, es un dispositivo de atribución, como ustedes saben, de responsabilidades penales. Así, Julien Coupat y sus amigos no son y no pueden ser los autores de ningún texto publicado en Tiqqun o en otro lugar, precisamente porque se sitúan desde el principio en una zona en la que sujeto y dispositivos coinciden hasta tal punto que la propia categoría de autor ya no puede funcionar, ya no tiene sentido.
Y de la misma manera, creo que sólo si nos situamos en la perspectiva abierta por Tiqqun (por ejemplo, las constataciones de una guerra civil permanente instaurada por el Estado), ciertos hechos macroscópicos en los países llamados democráticos en los que vivimos adquieren un significado de otro modo inexplicable. Por ejemplo, me gustaría recordarles un hecho que se pretende ignorar (pero sólo hay que ir a una biblioteca para hacer un poco de investigación, se trata de textos que están completamente disponibles): las leyes vigentes en Francia y en otros países llamados democráticos de Europa son tres o cuatro veces más represivas que las leyes vigentes en Italia bajo el fascismo. Eso es un hecho, no podemos discutirlo. Desde cualquier punto de vista técnico, como la duración de las detenciones, etc. Y es un hecho del que no se habla.
Otro hecho: siempre se ha reprochado a los Estados totalitarios la institución de tribunales especiales. Sin embargo, con los tribunales y los jueces que se ocupan del caso Tarnac nunca se utiliza la palabra tribunal especial, pero es un tribunal especial: no sabemos cómo y por quién fueron elegidos los jueces. Y así constituyen un tribunal especial. Ustedes saben que, por definición, un tribunal especial está destituido de toda legitimidad, porque un tribunal especial atenta contra el principio de la igualdad de los individuos ante la ley y también el principio de la prohibición de sustraer a un individuo de su juicio natural. Así que, como ven, desde el punto de vista de los principios del derecho en nuestra sociedad, el tribunal especial está destituido de toda legitimidad de manera simple, no hace falta decirlo.
Y creo que es siempre desde esta perspectiva que Tiqqun llama a la guerra «civil» (que está en curso). Con este término también se vuelve comprensible la extensión a toda la población de las medidas biométricas que fueron inicialmente concebidas para los criminales reincidentes. Ustedes saben que cualquier ciudadano francés pronto tendrá una tarjeta de identidad con datos biométricos. Éstas son cosas que fueron concebidas para los criminales, así que todo ciudadano es tratado como un criminal o un terrorista potencial. Por lo tanto, si todo hombre es un criminal o un terrorista en potencia para el Estado, no debería sorprendernos que quienes rechazan someterse o denuncian estas cosas sean tratados  precisamente como terroristas.
Me gustaría concluir recordando la historia que me contó un gran amigo mío, José Bergamín, que estuvo en la Guerra Civil Española en 1936. El gobierno republicano había enviado a él, un poeta e intelectual, junto con otro poeta, Rafael Alberti, a los Estados Unidos para tratar de conseguir algún apoyo del gobierno estadounidense. No obstante, fueron detenidos a la entrada por la policía, que comenzó una serie de interrogatorios sin fin, acusándolos de ser comunistas. Después de diez horas de interrogatorio continuo (por supuesto, no los dejaron entrar), mi amigo Bergamín me contó que les dijo: «Escuchen, yo no soy ni he sido nunca comunista. Pero sea lo que sea lo que piensen que es un comunista, yo lo soy». Y creo que lo mismo habría que decir aquí: «No somos y nunca seremos terroristas. Pero sea lo que sea lo que piensen que es un terrorista, nosotros lo somos».

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La siguiente discusión empezó luego de la lectura de Agamben. Es fragmentaria y con defectos ya que no es posible encontrar el video original.

Éric Hazan: […] El libro estará a la venta el 23 de abril. Entiendo su impaciencia. [Risas].

Giorgio Agamben: Me gustaría decir que es una gran iniciativa que Éric publicara estos artículos, pero personalmente me gustaría que se publicaran todos, porque es difícil elegir uno u otro… Deberían publicarse todos.

Éric Hazan: «Teoría del Bloom» sigue disponible en La fabrique y «Teoría de la Jovencita» en Mille et une nuits. También habrá un tomo que saldrá en otoño con tres o cuatro artículos de los dos números de Tiqqun. Aún estamos debatiendo cuáles se incluirán, pero el libro saldrá. Y, sin duda, habrá un tercer número, porque Tiqqun parece seguir funcionando a pesar de todo.
Como nadie en la sala parece tener una pregunta, yo seguiré adelante con la mía. Hay, particularmente en Tiqqun 2, en «Metafísica crítica», hay una connotación heideggeriana —iba a decir «hedor», pero es una palabra realmente negativa— que me disgusta absolutamente, y es uno de los temas principales que discuto con Julien cuando no está en prisión. Ya que has conocido a Heidegger personalmente, ¿sería posible que hablaras de cómo él y Tiqqun

Giorgio Agamben: No puedo ver a qué te refieres aquí. Lo que me impactó cuando entré en contacto con las cuatro o cinco personas que hacían Tiqqun en aquel entonces. [Desde el fondo de la habitación, un hombre grita: en la página… está la referencia heideggeriana… el concepto de vergüenza…]. Precisamente, lo que me sorprendió de estas personas fue la variedad de referencias teóricas y filosóficas. Había un poco de todo. Al final, el pensamiento político en Europa siempre se ha limitado a los mismos autores: Maquiavelo, Hobbes, Marx, Lenin, rara vez hay algo más. Pero aquí, posiblemente por primera vez, había una gama de referencias que iban desde Heidegger hasta Aristóteles, desde la cábala y la tradición judía hasta los textos teológicos… Me impresionó. Por primera vez se dejaba una cierta manera de reflexionar sobre la política que se había vuelto terriblemente redundante. Así que también está Heidegger, pero eso es algo bueno.

Intervención: [Una pregunta que evoca ideas de Deleuze sobre Foucault. No muy clara].

Giorgio Agamben: No estoy seguro de haber entendido bien la pregunta. Lo que he tratado de señalar es que con Foucault ya estamos hablando de una polarización entre una teoría de las técnicas gubernamentales de poder y los procesos de subjetivación que afectan a los sujetos. Y esto indica una correlación, es decir, que las subjetivaciones siempre se producen en relación con los dispositivos. Con Tiqqun, hay una radicalización extrema de esto: ya no hay una separación entre dispositivos y sujetos. Lo que denominan una situación de guerra civil en la que vivimos se debe a que los dispositivos y los sujetos se han fusionado casi por completo, se encuentran en un mismo plano. Ésa es la premisa sobre la que construyen su análisis, así que, en los hechos, ya no hay una teoría del sujeto. No hay necesidad de buscar un nuevo sujeto porque este aplanamiento de los dispositivos y los sujetos es algo completamente diferente. Ésa es la razón por la que la opaca figura del Bloom es al mismo tiempo todos y cualquiera. Es el hombre común. Viene de Joyce: es el hombre ordinario, la singularidad cualquiera. Así que hay un replanteamiento del sujeto político, que coincide y no choca con la teoría de los dispositivos. No hay conflicto entre los dispositivos y los sujetos. La situación es tal que hay que repensar el conjunto.

Éric Hazan: ¿Podríamos decir que esta idea de la guerra civil surge de lo que acabas de decir?

Giorgio Agamben: Lo que Tiqqun llama «guerra civil» es la asunción de una situación, no una lucha con la que hay que comprometerse. La constatación de que vivimos en una guerra civil mundial es el primer paso para repensar la acción política.

Fulvia Carnevale: Tengo una pregunta formal. Estoy aquí. [Hazan finge no verla]. He oído muchas tonterías esta noche, pero no quiero criticar porque entiendo que debe haber razones para ello. Escuché que Julien Coupat es uno de los autores de Tiqqun y luego que Tiqqun no tenía autores. Eso también es un poco torpe. En primer lugar, me gustaría decir que Tiqqun no es un autor. Tiqqun fue un espacio de experimentación. Fue un intento de salvar la brecha entre la teoría y una serie de prácticas y ciertas formas de «estar juntos». Fue algo que existió durante cierto tiempo y que luego se detuvo porque la gente que trabajaba en ese espacio no estaba contenta con la relación entre la teoría y la práctica y porque ciertas personas habían decidido que Tiqqun 3 sería una película. Así que podría haber un tercer número de Tiqqun —lo esperamos con impaciencia—, pero no tiene nada que ver con los números anteriores, que sería interesante reeditar íntegramente (estoy de acuerdo con Giorgio). Aunque sería por un impulso filológico porque, como dijimos, no sabemos quién decide qué textos se están eligiendo. Como no hay autor, se complica cuando llega el momento de saber quién toma las decisiones de publicación y circulación. En cualquier caso, Tiqqun no tiene derechos de autor, por lo que yo sé. Sólo quería abordar esto porque me pareció importante: Tiqqun no es un autor.

Éric Hazan: Pensé que eso era exactamente lo que había dicho antes.

Fulvia Carnevale: En el libro todavía dice que Tiqqun es el autor.

Éric Hazan: Fue el mismo caso con «Teoría del Bloom».

Intervención: Tiqqun es un punto de encuentro. [Misma voz de la intervención anterior].

Éric Hazan: Me parece que lo que estás diciendo no tiene sentido porque reproduce exactamente lo que dije.

Fulvia Carnevale: Genial, entonces parece que todos estamos de acuerdo…

[…]

Intervención: […] la resistencia está destinada a ser derrotada porque siempre es cooptada […].

Éric Hazan: [Hazan lo interrumpe]. ¿Puedes dirigirnos la pregunta?

Misma intervención: En página 118 [de La insurrección que viene] se habla de lucha armada, estar armado. Dar golpes al eterno ejército enemigo sin llevar armas, excepto por la eterna pregunta: cómo deshacerse de un ejército de ocupación, cómo deshacerse de una economía de ocupación, cómo deshacerse de un genocidio de ocupación, cómo deshacerse de los centinelas, cómo deshacerse de los sepultureros, cómo deshacerse de los que invierten en la muerte si no es por una resistencia compartida. Hay que conseguir que los soldados se amotinen y corten las cabezas de sus oficiales. Hacer que el rifle apunte su culata hacia el cielo, que los soldados corten las cabezas de sus oficiales. Ya saben, es la teoría de la crosse en l’air, la posibilidad de que el ejército enemigo capitule.

Éric Hazan: Sí, la crosse en l’air, eso es muy interesante. Sucedió con el 17º regimiento de infantería de línea, en 1904, cuando se desplegó contra los viticultores del Languedoc. Gaston Monthéus escribió una hermosa canción sobre eso, tal vez la conozcas. Creo que una de las cosas que más me llama la atención de Tiqqun es que en 2001, cuando hablábamos de la guerra civil, la gente te miraba con una mezcla de lástima y simpatía en sus ojos. «¿Qué le pasa? ¿De qué está hablando?». Y hoy en día parece tan obvio que la gente ya no se molesta en discutirlo, lo que me lleva a decir que Tiqqun ha sido una especie de voz profética, en ese sentido.

Intervención: [Voz no clara].

Giorgio Agamben: Creo que la «Teoría del Bloom» es la constatación de una situación, como en los otros textos. No es que queramos empujar algo tan lejos como para provocar una inversión dialéctica, porque es cierto que se está haciendo mucho y que siempre se puede recurrir a ella. Pero aun así creo que el tono que define esos textos es el de «asunción de una situación». Lo que va a suceder a continuación no está claro. No está implícito si a partir de lo que Tiqqun llama el Bloom —este no-sujeto llamado el Bloom— habrá o no una revolución. Eso es siempre lo que hace que los textos sean un poco difíciles, porque, por un lado, podrían ser leídos como un análisis despiadado y completamente negativo y, por el otro, ya que es la asunción de una situación política, uno podría descubrir un nuevo conjunto de posibilidades. Toda situación tiene su conjunto de posibilidades. Y no significa que cuando la situación es muy negativa, exista una teología negativa si se sigue buscando una potencia.

Intervención: En Tiqqun, hay un intento de definir la abolición de la lucha de clases puesta en… de una manera metafísica… [Interrupción de Hazan].

Éric Hazan: No creo que esto sea un problema en los textos, para nada. No estoy seguro de haberlos entendido correctamente, esos textos. Todo comienza con el fin de las grandes ideas, la clase, la lucha de clases, y es aquí que las cosas comienzan para Tiqqun.

Giorgio Agamben: Una cosa que me llamó la atención de Tiqqun fue esta postura completamente radical que no se preocupaba por encontrar un sujeto. Hubo la autonomía, el negrismo, la figura del obrero-fábrica difundida en toda la sociedad… En Tiqqun, ya no existe tal cosa. No es bueno ni malo. El gesto no se trata de buscar un sujeto que asuma el papel de salvador o sujeto revolucionario. Se trata de comenzar con este aplanamiento, sintomático de la sociedad en la que vivimos, e intentar buscar en ella posibilidades insospechadas.

Intervención: [Pregunta sobre el concepto de espectáculo. Y Guy Debord].

Giorgio Agamben: Deberíamos preguntar a las partes interesadas… Debord está muy presente, por supuesto. A veces uno tiene la impresión de que tiene una fuerte presencia, incluso a nivel estilístico. Pero al mismo tiempo siempre ha habido una crítica al situacionismo. Por eso elegí aludir a las obras de Foucault en vez de a la situación creada por Debord y los situacionistas. Porque, aunque se mencione a Debord unas cuantas veces, no veo realmente una continuidad, mientras que se menciona a Foucault sin que nadie invoque una influencia, y parece ser un mejor punto de partida para entender lo que está sucediendo. Puedes preguntar a… [Fulvia].

Intervención: ¿Es necesario revisar «Teoría del Bloom» hoy? Si Tiqqun 3 sale a la luz, sé que no eres el único autor, así que la pregunta no es sólo para ti. Sé que tienes tu propia concepción de esta teoría del Bloom que ya evocaste en La comunidad que viene con la singularidad cualquiera, esta idea de… [Inaudible]. Al mismo tiempo, Julien Coupat tiene que admitir que el hecho de que esté en prisión no lo convierte en una singularidad cualquiera. Así que me preguntaba si, dado el rápido deterioro de la situación desde 2001, no tendría sentido hacer algunos ajustes a esta definición de las condiciones de la existencia contemporánea que el Bloom representaba. Para concluir, volviendo a esta idea de Deleuze, que habló de la necesidad de «desplazarse», de «devenir», y para quien, si recuerdo correctamente, no se debe hablar de «yo, yo» sino de acontecimiento…

Giorgio Agamben: De ninguna manera tengo autoridad para hablar en nombre de Tiqqun. Pero puedo decir que, y Fulvia recuerda, discutimos «Teoría del Bloom» y si podíamos o no intentar mejorarla y hacerla más precisa, ya que había algo ahí que se asemejaba a una teoría del sujeto. Pero los artículos que he citado de Tiqqun 2 son muy claros al respecto: «una teoría del sujeto ya sólo es posible como teoría de los dispositivos». Así que al final, está diciendo: «No». Me parece que hay una negativa a elaborar algo como una teoría del sujeto. No sé si era una crítica a lo que estaba diciendo. Pero la frase me llamó la atención, y por eso quise empezar mencionándola, porque da la idea de que habría una nueva teoría del sujeto a encontrar fuera del camino. Así que esto significa que la teoría de Bloom era algo más que una teoría del sujeto.
Sigue siendo válida, pero como dije, uno debe entenderla como algo más que una teoría del sujeto. La tarea a realizar en la unión de la teoría del sujeto y la teoría de los dispositivos no es fácil. Parece que no hay espacio para que un sujeto quepa allí. El artículo sobre «Metafísica crítica» va un poco más allá. Se refiere a una crisis de la presencia, un reconocimiento del colapso del sujeto. Lo que está en juego aquí, al contrario de lo que Foucault describía como un proceso de subjetivación, es más bien un proceso de desubjetivación. ¿Cómo se puede imaginar una política que no esté fundada en un sujeto? No es fácil, porque las teorías políticas siempre se construyeron sobre la base de que había un sujeto que tenía algún tipo de significado, con ciertas necesidades y ciertos deseos relacionados con ellos. Y aquí tenemos algo nuevo. Si es completamente nuevo, eso no lo puedo decir, pero me parece muy importante tratar de repensar la acción política sin la referencia antropológica a un sujeto. Implica una crítica antropológica que ya estaba presente en la obra de Foucault, pero que resurge aquí de una forma mucho más radical.

Éric Hazan: ¿Crees que lo que acabas de decir podría ser en parte responsable de una relativa ocultación que ocurrió en Tiqqun? También tiene algo que ver con la fecha de 2001, pero probablemente también tiene que ver con lo que acabas de mencionar, este completo rechazo de la antropología. ¿No es ésa la razón por la que Tiqqun no vio, no percibió la fuerza que la lucha anticolonial representa en un país como Francia? ¿La relativa ocultación no se explica en parte por la fecha, 2001, en que las cosas no estaban tan claras como hoy en día y tal vez también por este rechazo radical del sujeto? ¿No está todo relacionado de alguna manera y la ocultación no se explica en parte por esto?

Giorgio Agamben: La ocultación de la que hablas es una paradoja directamente relacionada con la posición elegida por Tiqqun. Si nos dirigimos al Bloom, el no-sujeto, es una paradoja. Porque ¿qué significa dirigirse a un no-sujeto? Por supuesto que no habrá una respuesta. La ocultación ocurre porque el gesto de fundar una política sin un sujeto al que referirse es algo nuevo.

Intervención: En cuanto a lo que dices sobre una radicalización de la posición foucaultiana, lo que me sorprende es que, si los principales grandes conceptos desaparecen no sólo del movimiento obrero sino del pensamiento político de este último siglo, es bastante sorprendente que entre los nuevos conceptos que surgen, el que más se insiste es el de la guerra civil. Es una noción que ya estaba presente en posiciones políticas del pasado, a saber, militares y revolucionarias. Así que, tomando su idea como punto de partida, comienzo a preguntarme (y ése es el problema con este tipo de escritura, en la que hay cosas que encuentro extraordinarias y, al mismo tiempo, momentos en los que se permite la polisemia, incluso a veces en juegos de palabras conceptuales que en realidad se basan en un imaginario viejo para mi gusto): ¿es el concepto de guerra civil realmente el más adecuado para hablar de una guerra en curso donde todo lo que queda son estados de excepción? Lo que nos lleva a tu propia obra para decir que sí, la democracia en la que vivimos no es más que un estado de excepción generalizado. Pero aun así debo decir que no me alegra ver que se emplee una noción tan vieja como la de la guerra civil.

Giorgio Agamben: Creo que es uno de los raros casos en Tiqqun en los que una noción novedosa, como dices, está ligada a toda una tradición de pensamiento. ¿Por qué? Porque la noción de guerra civil, y creo que esto también se dice en Tiqqun en alguna parte, está en la base misma de nuestra tradición política. Hobbes dice: «Los hombres están involucrados en una guerra civil permanente, la guerra de todos contra todos, y es contra esta guerra civil que pensaremos nuestra propia política». Por una vez, el gesto de Tiqqun se refiere a la tradición política, y dirá aquí: «De hecho, la guerra civil está en la base de la política en la que vivimos». Así que tenemos que tener eso en cuenta y no ocultar el hecho de que está en el centro de nuestra forma de pensar. Ése es Hobbes, pero al mismo tiempo, siempre lo leemos como «bueno»: «Ahora la guerra civil se descarta, ayudó a sentar las bases del sistema, pero ya no está ahí». Pero si leemos a Hobbes con atención, vemos que siempre tuvo la idea de la guerra civil en mente, que siempre estuvo ahí, no es cierto que haya sido reprimida. El gesto de Tiqqun no es inventar una noción del aire, sino tomar algo que ya está ahí, mirar algo. Lo que ha sido reprimido y escondido en el momento de su fundación emerge en nuestra política de nuevo. En la situación de un Imperio planetario en el que vivimos los acontecimientos actuales, el fundamento oculto resurge. No es un concepto nuevo, pero funciona para mostrar algo en la tradición de la política occidental que siempre ha sido reprimido: el hecho de que la guerra civil está en la base de la política occidental.

Éric Hazan: Además, me gustaría añadir que no estoy seguro de que la noción de guerra civil utilizada por Tiqqun se refiera a lo mismo que «la guerra civil en Francia» que Marx menciona en sus obras. Es algo menos histórico y mucho más profundo, ¿no? No es una conjetura, es fundamental. Mientras que la guerra civil en la que solemos pensar es un estallido.

Giorgio Agamben: No, es un hecho constitutivo.

Intervención: ¿La noción de guerra civil no evoca a la que Roberto Esposito describe en su ensayo Communitas? […]. ¿No es Tiqqun una extensión de la filosofía de Esposito cuando trata de definir la naturaleza de lo que podemos fundar como una campaña política sin sujeto antropológico? Para mí, esto es casi impensable. Y ya que estamos en ello, ¿por qué elegir esta idea de guerra civil, si es de Hobbes, vale, pero en el sentido de la definición de Esposito en vez de la de la doxa comúnmente aceptada?

Giorgio Agamben: En primer lugar, no veo ninguna correlación entre Tiqqun y Esposito. Además, aquí no creo que haya una pretensión teórica de haber inventado una nueva noción. Una vez más, se trata de mostrar cómo surge un elemento fundacional reprimido de nuestra política, y esto no es lo que constituirá la comunidad. No es que la guerra civil sea la base de una comunidad. Es una constatación. Algo aparece. Estamos en medio de esta guerra civil que el Estado debía purgar y reprimir.

Intervención: […]. Si no hay un sujeto del que hablar y estamos hablando del Bloom, y si no podemos hablar más del Bloom precisamente porque no es un sujeto, ¿con quién o qué estamos hablando? Y creo que este problema se hace eco del que Hazan mencionó antes, la recuperación de ciertas formulaciones de Heidegger, como el término «se» por ejemplo. De hecho, no vamos a discutir del Estado o del capital, es algo que tiene lugar a nivel biopolítico y que, aunque parezca resistirse a la clasificación, todavía tiene consecuencias. Y de repente, la pregunta, tan tonta como puede sonar, sería: ¿quién nos está atacando? ¿Quién está haciendo algo contra nosotros? ¿No está Tiqqun de hecho tratando de revelar una nueva dimensión en la política y al final luchando con la imposibilidad de nombrar a este nuevo poder? Tengo la impresión de que con el Bloom y esta dificultad de nombrar el poder en su nueva decadencia, o su nueva evanescencia, nos encontramos con el problema de quién hace qué, quién puede resistirse a algo si ni siquiera puede nombrar lo que es.

Giorgio Agamben: Me parece que la dificultad que evocas proviene del hecho de que sigues empleando las nociones que pretendes pensar que ya no son válidas: Estado, individuo, sujeto, etc. Pero esto ya está presente en Foucault, era la idea principal, el hecho de que no hay un poder, un sujeto malvado que reprima a los demás: sólo hay relaciones de poder difundidas en cada uno de nosotros. Y si nos adherimos radicalmente a esta idea, las cosas se complican porque no hay un enemigo claramente definido al que enfrentarse y no hay ningún sujeto que pueda resistir de forma claramente definida y lo que no. Pero aun así, al menos estamos abordando el estado de cosas real por una vez. Así que no veo un problema. Dicho esto, la dificultad aparece cuando tratamos de renombrar los sujetos una vez más. Pero dejando eso completamente de lado, estamos tratando con la ontología y no con la antropología. Ésa es la situación en la que nos encontramos ahora. Ya no estamos buscando, no queremos absolutamente nombrar un sujeto en particular o un poder en particular. Por eso las posiciones están en relación con los dispositivos de los que hablaba Foucault y de los que habla Tiqqun hoy en día. Y podría haber una tesis discutible en los textos sobre la guerra civil. No hay un llamado a una sociedad civil que podría volverse contra el Estado. Al contrario, el Estado, por así decirlo, no es más que la sociedad civil tomada como el conjunto de los dispositivos. No quiero decir que sea simple. Sin embargo, nos obliga a pensar en la posibilidad de una verdadera acción política sin referirnos a las figuras de los sujetos malvados por un lado y los sujetos claros por el otro. En realidad, se trata de la política como ontología más que como antropología.

Misma intervención: No estoy seguro de que podamos respaldar esta clase de ontología que, al final, insiste en el grado de precisión y atomización del poder hasta que emerge en cada individuo. La cuestión no es tanto saber si la estrategia es buena o no, sino saber si puede dar resultados que podamos usar de manera pragmática.

Giorgio Agamben: Para dar un claro ejemplo. Un filósofo por el que siento mucho respeto, muy interesante, Alan Badiou, hizo un libro sobre Sarkozy, como ya sabrán, y aquí seguimos preguntándonos qué significa ese nombre, un sujeto… El enfoque de Tiqqun es completamente diferente. Y no lo digo para criticar a Badiou. No tenemos que nombrar, investigar cuál es la definición de ese nombre. Es otra cosa.

Éric Hazan: Es la tesis presentada por Badiou en su libro, porque pregunta: «¿Qué designa la palabra Sarkozy?». Lo que significa que detrás de la entidad gigantesca, hay un dispositivo. Me parece que no es tanto un libro sobre Sarkozy como un libro sobre los dispositivos subyacentes a Sarkozy.

Giorgio Agamben: Eso lo llevó a Vichy, todo esto, toda una tradición…

Intervención: No soy la única que piensa que todo esto es muy abstracto. [Aplausos y risas]. Y ustedes se preguntan: «¿Qué designa Sarkozy?». Ok, supongo que hay todo un sistema detrás de esto, pero el nombre es suyo, es su nombre. No soy una filósofa, pero les diré lo que pienso. Y el Bloom, ¡el Bloom! [Risas]. Por lo que he entendido, es la masa enmarañada de nuestros conciudadanos, de gente aturdida por la televisión, el no-lenguaje, tal vez eso es lo que se llama «dispositivos». Entonces estoy de acuerdo, son tan descerebrados que es difícil sacudir las cosas, pero no veo qué bien podría aportar su filosofía de Tiqqun. Pero tal vez no lo entiendo. [Risa general].

Éric Hazan: Tiqqun es extremadamente útil porque ayuda a evitar pensamientos tontos.

Intervención: ¡Quizás podrías intentar aplicar la ciencia de los dispositivos para desmantelarlos ahora mismo! Tal vez el Bloom es de hecho sólo una especie de actitud que nos hace seguir, escuchar, seguir, escuchar y que justo ahora se ha roto. ¡Gracias a la persona que hizo eso! Porque hablando de la filosofía de la guerra civil… Hablando de la guerra civil, claro. Ahora piensen en la guerra civil filosóficamente, los dispositivos y cómo recrearlos. Creo que estamos poniendo la guerra civil en el lugar equivocado: la guerra civil está dentro de nosotros.

Giorgio Agamben: Lo que acabas de decir es muy abstracto. Eso es lo que es la abstracción. Lo que acabas de decir es una abstracción. Es muy abstracto porque lo que acabas de decir es una opinión y no crees que sea una opinión.

Misma intervención: No estoy diciendo que no fuera una opinión, pero hay una brecha tan grande entre la teoría y la práctica que…

Éric Hazan: Tiqqun no es un manual insurreccional. Si quieres engrasar tu ametralladora en la esquina, no hay nada que te detenga. Pero uno debe tomar Tiqqun por lo que no es. Tiqqun no es un manual insurreccional, no es un breviario insurreccional. Es una forma de tratar de entender lo que pasa para actuar de forma inteligente y no al revés.

Intervención: ¿Podríamos leer un extracto?

Éric Hazan: Puedes comprar el libro el martes. No podemos dar una respuesta a algo que ni siquiera es una pregunta.

Intervención: Joseph Goebbels dijo: «Hoy en día en Alemania, el único momento en que un alemán es libre es cuando está soñando». Así que, obviamente, podemos establecer un paralelismo. Así que mi pregunta para ti Giorgio es: ¿dónde encontrarías la alegría de no sucumbir a nuestra pasiones tristes?

Giorgio Agamben: Ésa es la pregunta central de la ética. Hiciste una alusión a Spinoza. Bueno, es tarea de todos y cada uno: es tu tarea no sucumbir a una pasión triste.

Misma intervención: Pero en realidad te estaba dirigiendo la pregunta. [Risas].

Giorgio Agamben: Creo que me las arreglo para no sucumbir a ellas y también para no subestimarlas. Y creo que Tiqqun definitivamente no es un lugar de pasiones tristes.

Intervención 1: No tengo ni idea de lo que están hablando.

Intervención 2: Hay algo muy simple de lo que no están hablando: ¿cómo se actúa con inteligencia? ¿Cómo se actúa dentro de la situación que conocemos publicando libros como ése? ¿Hasta qué punto publicar es una acción? La pregunta podría ser para ambos. ¿Cómo es que hablar de este libro es una forma de actuar?

Éric Hazan: Estos textos no son manuales de acción. En ninguna parte del libro encontrarás instrucciones sobre qué hacer. En ninguna parte. Antes de hacer nada, creo que uno tiene que entender la situación, entender quiénes somos y a quién nos enfrentamos. Es un libro que ayuda a dar sentido a una situación cuyas evidencias son engañosas.

[…]

Giorgio Agamben: Siempre encuentro que la división fácil entre la teoría y la práctica es una falacia. Es una tontería. Algunas teorías son muy prácticas y algunas acciones son completamente teóricas. No estoy de acuerdo con la idea de que exista una teoría y que uno sólo la tome y se pregunte qué hacer. No reconozco esa división y no vas a hacer esta pregunta. Por supuesto que, si te quedas atascado en la antítesis entre la teoría y la práctica, vas a terminar paralizado. «¿Qué hay que hacer?». Falsa pregunta.

Intervención: ¿Podríamos tener algunas conexiones entre el no-sujeto y la nuda vida?

Giorgio Agamben: La nuda vida no surge de la potencia. Es la figura extrema de la presión del poder sobre los seres humanos y, por supuesto, eso tiene algo que ver con una teoría que intenta repensar la desubjetivación. No creo que haya ninguna referencia a eso en Tiqqun.

Intervención: Usted dio una respuesta superficial a la pregunta del hombre sobre la acción hace unos momentos, diciendo que él quería plantear una oposición entre la teoría y la praxis. No estoy familiarizado ni con Tiqqun ni con su pensamiento, pero por las proposiciones teóricas que he escuchado hoy de usted sobre las formas de pensar lo político evitando en lo posible la categoría del sujeto, es algo que podríamos debatir pero que encuentro objetivamente muy problemático. Por eso creo que es posible preguntarse qué noción de acción política, sin tener que acabar oponiendo la teoría y la praxis tradicional, pero qué pensamiento de la acción política es posible utilizando las categorías que usted propone.

Giorgio Agamben: No propuse ninguna categoría. Intenté presentar, desde mi punto de vista, el razonamiento de Tiqqun, en el que no hay oposición entre la teoría y la práctica. Siempre me parece fuera de lugar ir y preguntar a alguien qué hacer, qué hay que hacer. Por otro lado, el modelo de acción siempre está presente en el pensamiento de Tiqqun. Pensar que una acción política que no tiene conexión con un sujeto es algo absolutamente problemático, te concedo eso, pero al mismo tiempo es algo que es muy palpable, todo el tiempo, y está en todos los textos publicados en Tiqqun. No son textos teóricos que requieran entonces de la práctica. Todo es un pensamiento holístico. Con Tiqqun, todo se piensa en conjunto.

Misma intervención: Que yo entiendo. […]. Pero ¿podría decir algo sobre la noción de acción planteada por el joven y a la que no ha respondido?

Giorgio Agamben: Si alguien me pregunta qué acción hacer, demuestra que no se han dado cuenta porque todavía quieren que diga: ¿«Salgamos a la calle y hagamos esto»? No tiene nada que ver con eso, es completamente…

Intervención: ¿Cómo explicaría el malentendido por el que, habiendo reunido a tanta gente en un lugar, se le hace constantemente esta pregunta?

Giorgio Agamben: Es un malentendido que ocurre muy a menudo.

Misma intervención: Entonces, ¿qué significa?

Giorgio Agamben: Significa que la gente todavía hace una distinción entre la teoría y la práctica.

Intervención: ¿Qué es este interés en hacer una constatación de la situación real en un libro? Tal vez ésa sería la pregunta.

Éric Hazan: Me parece que un buen estratega comienza con una constatación. Clausewitz comienza con el siguiente consejo: haz una constatación, una constatación en campo y una constatación de las fuerzas. La constatación está en la base misma de la acción. Si vas directamente a la acción sin constatar nada, nada bueno puede salir de ella. Creo que la idea sobre libros que explican lo que está sucediendo pero no te dicen qué hacer es una falacia.

Intervención: Antes hablaban de los dispositivos, y pienso que nunca funcionan tanto como cuando están inconscientes o escondidos. Y al revelarlos, ya podemos privarles de mucha de su eficacia. Así que pienso que las falsas contradicciones entre esta revelación y la acción, todo esto va de la mano.

[Un hombre golpea violentamente la mesa donde Agamben y Hazan están sentados].

Intervención: Señor Hazan, usted hablaba de una constatación, decía que había un momento para constatar. Me pregunto si hay alguna diferencia entre lo que usted dice y lo que dice Giogio Agamben. Usted, Hazan, parece situar la acción en otro punto en el tiempo: las cosas se organizan en el tiempo. Tengo la impresión de que está diciendo algo diferente de lo que todos decimos, que no lo entendemos realmente. Él sigue volviendo a pesar de que ya entendimos (la teoría y la práctica no están separadas), pero sin embargo la pregunta sobre la acción sigue volviendo. No creo que la pregunta deba ser: «¿Qué debemos hacer?». No es una orden y no necesitamos ayuda, pero sigue siendo el lugar de acción en el tiempo. Hay algo que no entiendo: usted, Hazan, parece estar diciendo que primero viene una evaluación y sólo entonces podemos actuar. Lo dijo de diferentes maneras.

Éric Hazan: Entonces no me expresé adecuadamente. No creo en una secuencia de tiempo de evaluación-acción. Durante la guerra civil, la acción y la evaluación están completamente enredadas. No creo que haya un momento de contemplación pacífica tras el cual saliéramos a la calle con ametralladoras. Eso no es lo que intentaba decir. Si dije eso, entonces seguramente fue un error.

Misma intervención: Entonces probablemente lo entendí mal.

Otra intervención: En realidad, sus desvaríos son confusos. Estoy en la sombra, a su izquierda. No estoy familiarizado con el experimento de Tiqqun, y no sé si leeré los libros que están proponiendo. Me parece demasiado oscuro. Y por ahora, la noción de no-autor suena problemática. Tengo la impresión de que la gente les pregunta sobre Tiqqun como si le preguntara a un sacerdote sobre la Biblia. Lo que me pregunto en realidad es que si perdemos esta noción de sujeto […]. Porque al final la acción se ha enredado en nuestras prácticas, durante las cuales descubrimos nuestras sensibilidades construyéndolas al mismo tiempo. Sigo pensando que para «actuar» en grupo, y para desarrollar sensibilidades en grupo, tienen que dirigir lo que están diciendo a alguien en particular. Y por ejemplo, en el caso de su experimento con el no-autor, es difícil decir con quién están hablando y eso hace difícil actuar juntos, ya sea en el marco de su teoría cuyo nombre olvido o el de su experimento de escritura con Tiqqun.

Giorgio Agamben: [Muy molesto]. Qué idea tan extraña tienes de estar interesado en alguien… ¿Dices que no conoces los libros y que no te interesan, que no tienes la menor idea de lo que estamos discutiendo? ¿En qué estás interesado? ¿En quién soy? ¿Te interesa mi cuerpo? ¿Qué quieres de mí? [Se levanta y se va].

[Agamben sale de la sala].

Voces: No dijo eso.


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